La “Roja de Telde” se hace sentir.

Crónica personal de una gran experiencia ajedrecística.

Autor: Luis León Varela

Maestro Especialista en Educación Física y Monitor de Ajedrez

En los tiempos que corren, en esta España moderna y en crisis, podemos decir que el rojo es algo más que un color. La selección es la roja. Y la selección somos todos. Por eso el pulso de este país no son las portadas de los periódicos, ni los debates del Congreso, si no los goles de la armada española, de la roja.

Pues si en España se sienten los colores, en Telde también.

El color es algo más que un sentimiento. Es un rasgo, una seña, una identidad. Es una pasión hecha carne que podemos tocar. Y en Telde ese color es el rojo. No porque nadie lo diga o lo ponga en una camiseta sino porque la gente lo identifica. Lo ven y dicen: -Ése es mi color.

Este fin de semana unos niños se identificaron con ese color. Nuestros niños. Estamos orgullosos de ellos sólo por ser ellos mismos. El sábado estuvimos orgullosos además porque cogieron todo ese sentimiento y lo hicieron real, lo volcaron sobre el tablero y se pusieron a jugar.

Casi no los reconocíamos. Los demás monitores nos decían: - ¡Como se hace notar la roja! Y así empezó. Nuestros alumnos lo entendían mejor que nosotros. Nos estaban dando una lección y no éramos conscientes. Habían cogido el pulso.

Durante dos fines de semana 40 niños de Telde vistieron de rojo. Sonreían como nunca. Se sentaban y jugaban mejor de cómo les habían enseñado. Pequeños por fuera y grandes por dentro los niños eran fáciles de encontrar: vestían de rojo. Pero eran imposibles de reconocer. ¿Qué estaban haciendo? No nos dejaban de asombrar. Algunos que se habían perdido volvieron al tablero para jugar; otros practicaban sonrisa para la foto, para darle una alegría a papá; otro batía su marca peleando sin cesar; y alguna incluso, con menos de 6 años, conseguía todos los puntos de su equipo jugando de primer tablero. Todos jugaban con ganas. Tenían ilusión y era contagiosa pero no podíamos ni imaginar lo que estaban haciendo.

Estaban vistiendo unos colores, estaban jugando como nunca y estaban haciendo historia. Porque nunca como en este sábado el ajedrez teldense obtuvo un resultado semejante: campeones en 3 categorías de 4 (sub-8, sub-12 y sub-14) y un tercer puesto que sabe a gloria (sub-10).

El rojo es algo más que un color. El color es algo más que un sentimiento. El sentimiento es algo más que el mero sentir. Es el pálpito, el pulso, su intensidad. Y por encima de todo es la ilusión de quien lleva sus colores con orgullo y grita con fuerza de donde es y porqué juega.

Cuando todo acabó y les preguntaron de dónde eran hicieron como Fuenteovejuna y gritaron todos a una: ¡¡TELDE!!


Sería injusto nombrar a alguno de estos niños sin mencionar a otros. Al margen de la diferencia de categoría y edad todos jugaron igual de bien porque todos sintieron lo mismo. No hace falta decir sus nombres porque ellos saben quienes son. Son los protagonistas de esta pequeña historia de una gran hazaña.

Como parte integrante de esta historia no puedo si no sentir orgullo por lo que han hecho nuestros alumnos y respeto por cómo lo han hecho. Si este es el resultado del trabajo de los monitores y del cariño de los padres este narrador no puede si no sentir humildad por la lección que nos han enseñado nuestros niños.

Bien, hemos estado atentos y hemos aprendido la lección: Aún no sabemos como llegó, pero algo es cierto, la roja de Telde está aquí y ha venido a quedarse.


Sin embargo, no quiero acabar esta crónica sin decir una palabra más. Algo personal que llevo dentro y no puedo callar más: GRACIAS. A todos, al Ayuntamiento de Telde y su Concejalía de Deportes por su inestable apoyo. A los padres por su cariño y su implicación. A la Escuela Deportiva Telde Los Llanos por su proyecto. A mi coordinador y mis compañeros por aguantarme. Y sobre todo a los niños, por su esfuerzo, por su forma de ser, sentir y vivir, por los chistes que cuentan en la guagua y por cada jugada que hacen en el tablero. Gracias.

Autor:
Luis León Varela, un monitor orgulloso.