Karpov y Kasparov son, con letras mayúsculas, los grandes maestros del ajedrez. Su carisma todavía ilumina el noble juego y el paso del tiempo no ha mermado su carácter ni su enfado cuando pierden una partida por un error y no por el buen juego del adversario, como pudieron atestiguar dos espectadores de excepción en la última jornada, Francisco Camps, presidente de la Generalitat, y Rita Barberá, alcaldesa de Valencia.
"No le he cogido el ritmo a las partidas rápidas; eso ha sido decisivo para que perdiera de manera tan abultada", declaró Karpov al terminar el duelo. Por su parte, Kasparov comentaba: "La semana próxima a mis actividades políticas. Jugar contra Karpov es más sencillo que mi lucha política. Sobre las 8 partidas rápidas, todavía me cuesta como he podido perder la primera rápida. Pero luego, en las segunda cuatro partidas, he jugado mucho mejor y así he podido ganar 5 partidas, empatar 2 y perder 1".
Kasparov, de 46 años, Marca Leyenda en 1999 y que se retiró como número uno del mundo en 2006, ha repetido por activa y por pasiva que este duelo no significa de ninguna manera el retorno a las competiciones oficiales pese a al claro triunfo obtenido en Valencia (3-1 en semirrápidas y 6-2 en rápidas). "El ajedrez ocupa en la actualidad un tercio de mi tiempo. Y éste se reparte entre escribir libros y preparar al noruego Magnus Carlsen (19 años, cuarto del mundo)".
Sobre quien puede recoger su corona, Kasparov no tiene dudas: "Por aptitudes, Carlsen puede ser un número uno indiscutible. Su talento no es inferior al de Karpov, Kramnik o Anand. Pero el talento no basta. Uno de sus problemas es que ha llegado muy alto sin apenas esfuerzo. Ahora, deberá ser tenaz y trabajar mucho, por eso estoy tratando de inculcarle disciplina, determinación y un trabajo específico en la apertura".
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